Quienes están tras el volante de los colectivos son los más expuestos a contagiarse, pero el rezarle a Dios es lo que les mantiene sanos, dicen.

“Gracias a Dios estoy sano para batallar. La necesidad es grande, por más que el virus esté en todas partes tenemos que trabajar, no nos queda de otra. Estamos en manos de Dios y es la fe lo único que nos guía para seguir luchando”.

Este sentimiento es el que recorre por dentro a Toribio, un hombre que hace 3 décadas está detrás de un volante llevando todos los días a la gente a trabajar, a realizar trámites o donde quiera que ellos vayan.

Saben que más allá de las regulaciones y las reguladas (de las que no son culpables) están tan expuestos al virus como cualquier médico o enfermero, porque a diario trasladan cientos de personas de distintos lugares.

“No sabemos qué clase de personas estamos llevando… no sabemos si están infectadas o no. Yo gano por redondo y si no trabajo nadie me va a dar nada. Tengo deudas y también una familia que depende de mí”, comentó.

Como él, y como cientos más, está Catalino. Desde hace 12 años maneja un colectivo y es el sustento de su familia.

“Está fea la situación. Estamos solos, porque no podemos esperar nada del Gobierno. Tenemos que trabajar, no nos queda de otra. Nos protegemos usando alcohol en gel y el tapabocas, hacemos lo posible pero si nos llegamos a infectar va a ser porque eso tenía que pasar. Rezo todos los días antes salir a trabajar, mi fe me protege de este virus”, he’i.

El billetaje es una ayuda al no tocar efe

“Llevamos más de cien personas por redondo. No sabemos si están enfermas o no. Hay personas que son inconscientes y que saben bien que están contagiadas pero igual salen. Ahora con el tema del billetaje dejamos de tocar el dinero, eso también ayuda mucho a evitar contagiarnos” he’i Pablo, quien desde 4 años atrás consiguió trabajo al mando de una unidad de transporte público.

“Yo personalmente no alzo pasajeros si no tienen tapabocas, siento mucho por ellos pero me tengo que cuidar, tengo una familia y si yo me enfermo ¡quién le va a mantener!”, dijo de manera enérgica el chofer.

Aseguró que es muy creyente y que en estos momentos solo Dios nos puede ayudar. “Él me guía y me protege a mí y a mi familia”, he’i.

“A lo que sea jaha chupe, si nos infectamos qué le vamos a hacer”

“Ya perdí el miedo, me entregué a Dios. Es así que todos los días me voy a trabajar, otra cosa no podemos hacer, tampoco podemos dejar a la deriva los pasajeros. Nos cuidamos y solamente Dios nos puede proteger. Si nos vamos a enfermar es porque Él así lo quiso” dijo Cirilo, chofer de ómnibus hace 20 años.

“Por suerte entre nuestros compañeros todavía no hay quien se enfermó. Nosotros tocamos dinero pero Ñandejára pópe roî. Hay que trabajar, ya me pasó el miedo. A lo que sea jaha chupe, si nos infectamos qué le vamos a hacer. El Gobierno hace mucho nos abandonó, pero nuestros patrones nos dan elementos para cuidarnos”, dijo el karai que maneja un colectivo de mediana distancia.