Los niños que crecen en un ambiente de violencia familiar tienen una alta probabilidad de convertirse en futuros golpeadores cuando se convierten en adultos.

“Donde se registran casos de violencia deben ser asistidos todos los componentes de la familia es decir, la mujer maltratada, el hombre que somete a maltratos físicos y psicológicos a su pareja, y así también los hijos”, sostuvo la psicóloga Maria Martínez.

El niño que ve cómo su padre somete a cualquier tipo de maltrato a su madre, lo ve como normal y correcto, entonces cuando llegan a la etapa de tener una pareja pone en práctica todo aquello que vivió durante su infancia, si no son tratados en tiempo y forma, explicó.

“Tiene un alto impacto en los menores que se ven involucrados, a pesar de no ser ellos las víctimas directas de las agresiones físicas o verbales, no solamente es víctima aquella a quién el agresor/a ataca”, dijo.

Contó que los hijos de los agresores son los más vulnerables, pues viven en situaciones traumáticas y estos traumas se acrecientan en la adolescencia llegando a casos críticos. Algunos caen en las drogas y alcohol, por eso recomendó la asistencia inmediata de todo el entorno familiar violento.

“En su mayoría son desatendidos y sufren los problemas de salud, de conducta, trastornos alimentarios y tendencias agresivas, bajan el rendimiento escolar”, indicó.

Más de 3.000 pedidos de auxilio

Se quedaron registrados en el sistema 911 de la Policía, solo en los primeros días de este año.

Las criaturas sufren consecuencias

Los pequeños que crecen en un ambiente en que papá y mamá se pelean mucho, viven mal, a veces tienen problemas en la escuela.