• LA EXTRAÑA. Pese a que hoy tiene una vida hecha, Lorena asegura que solo piensa en el momento en que vuelva a ver y poder abrazar a Mirna Elizabeth

ENCARNACIÓN. “Mamá murió”, fue lo último que le dijo Mirna Elizabeth a Lorena González. Luego desapareció de su vida. Según sus cálculos, en ese entonces su hermana tenía 15 años aproximadamente y ella solo 7. Desde ese día la extraña y hoy, a sus 35 años, la sigue buscando.

Eran de padres distintos y la sangre justamente de su madre es lo único que las une. González he’i que la extraña un montón. Fueron tres, todas de padres distintos. Hoy, Lorena tiene su familia formada, con su marido y un hijo, cuenta con siete hermanos de parte de su padre, pero tiene un pedazo de su corazón en alguna parte de este país: su hermana. He’i que no recuerda haber tenido una mala relación con ella y que lo único que quiere es saber de su existencia.

Su mamá, María Luisa Acosta, había fallecido en un hospital de Posadas, Argentina, en abril de 1988. Un tumor cerebral se había llevado a la doña. “Yo estaba en la casa de mi papá cuando me contó”, oñemomandu’a Lorena.

Según sus averiguaciones, el cadáver de su mami fue incinerado en el hospital porque nadie fue a reclamarlo. Ya pasaron 29 años de la última vez que se vieron para compartir la peor noticia de todas. Lorena he’i que el nombre de su hermana es Mirna Elizabeth, “pero el apellido no sé si es Acosta, como mamá; o Acuña, como papá”.

Con el corazón pesado, Lorena suplica que de tener cualquier información sobre su hermana, se comuniquen con ella al (0985) 65 24 49. Según una última información que le llegó, su hermana se habría mudado a Pedro Juan Caballero.

Buscándola, llegó a ir al exterior he’i

Hoy Lorena vive su vida como cualquier persona, en familia. Pero la necesidad de encontrar los lazos de sangre la llevaron a indagar debajo de cada piedra que encontraba en su camino. En una de esas fue al hospital de Posadas, donde había fallecido su mamá.

Las autoridades del hospital le dijeron que, según el protocolo, si un cadáver no es retirado a las 48 horas del fallecimiento, lo incineran. Lorena contó avei que cuando su abuela aún vivía le había contado que su abuelo materno era un conocido empresario y político y que la historia de su mamá fue igual a la suya: con hermanos de diferentes padres.

La madrastra quemó todas las fotos de su mamá omombe’u

González buscó por todas partes rastros de su hermana y también de su madre. Dijo que sus padres se habían separado cuando ella era muy pequeña. He’i que los fines de semana le correspondía pasar tiempo con su padre, pero ella solo quería estar con su mamá.

Con mucha pena, Lorena cuenta que las pocas fotos que tenía de su madre ña María Luisa Acosta, su madrastra las quemó y ahora no le queda más que el recuerdo de los últimos días de vida de ña María, cuando el tumor ya se llevaba sus últimos alientos. Lo mismo le pasa con su hermana, solo tiene imágenes de aquella vez que fue a avisarle la fatídica noticia. Es por ello que siente tanta necesidad de encontrarla.

La esperanza es lo último que se pierde

Es sabido que Crónica está al lado de la gente, siempre. Hace semanas publicábamos la historia de Eudelia González Torales. Ña Lala, como también se la conoce, había viajado en una oportunidad a visitar a su mamá en la ciudad de Mbuyapey, en el departamento de Paraguarí, y al regresar a su hogar se encontró con la sorpresa de que sus hijos Catalino, Zulma y Dilma ya no estaban en la casa, pues habían sido llevados por Juan Ramírez, en aquel tiempo su pareja sentimental y padre de esos niños. Luego de enterarnos de la triste historia, decidimos publicarla y solo en días los hijos de ña Lala pudieron contactar con ella, tras 48 años de ausencia.