• DOLOR DE MADRE. María Caballero tiene a tres de sus hijos privados de su libertad y cuenta lo difícil que es levantarse y enfrentar esa realidad

“Después de la muerte y la enfermedad, tener en la cárcel a los hijos es un dolor muy fuerte para una madre, es muy difícil de soportar”.  Así lo asegura doña María Caballero (42), madre de 11 hijos, de los cuales siete siguen vivos, tres de ellos tras las rejas. Pese a lo que hayan hecho, sus hijos para ellas siguen siendo sus chiquitos, y los sigue amando incondicionalmente.

“Es difícil para mí. Todos los días duermo pensando que mis hijos pueden amanecer muertos, porque la cárcel es un mercado negro, de todo pasa ahí” comentó. Relató que uno de sus hijos está recluido por haber asesinato a un psicólogo en el Mercado 4 y a los otros dos los involucraron en riñas y asaltos donde, según ella, supuestamente nada tienen que ver.

“Uno de mis hijos está en la cárcel de Encarnación, otro en Pedro Juan y otro en Tacumbú, pero le visito más al más jovencito (el que está por homicidio) porque es quien más necesita. Le llevaron muy lejos y me cuesta mucho visitarle. Todo es tan fuerte, cuando voy a verlos ellos me abrazan y yo parezco fuerte pero al ver a mis hijos me pongo muy sensible, de la cárcel salgo destrozada”, lamentó.

Con ella se quedaron sus cuatro hijos, dos nenas de siete y cinco años, un joven de dieciséis años y el mayor de veinticuatro años, quien ya labura y la ayuda. Su marido está en la cárcel hace un tiempo, pero ya está por salir. “Mi marido está en la cárcel también, a él le metieron por tráfico de drogas, él consumía, pero él cambió ahí adentro. El 22 de mayo sale ya él por suerte y me va ayudar”, contó.

ESTUDIABA

En la Facu. Uno de sus hijos estaba estudiando Administración de Empresas y perdió todo eso luego de que lo acusaran de disparar a su vecino.

LO CULPARON

De asaltar. Al otro hijo lo acusaron de participar en un asalto donde, según la madre, nunca participó. Y el otro sí realmente es culpable de asesinato.

Vende medias

Doña María, al igual que otras madres solas, sale todos los días a buscar el pan diario. “Yo vendo medias en la zona de los bolivianos”, cuenta. Ella vive en el famoso barrio Añaretã’i,  en el Mercado 4, que no tiene muy buena fama. Y es por esta mala fama que ella nunca pudo conseguir trabajo en ningún lado.

“Acá hay universitarios que no consiguen trabajo por ser de acá”, lamentó. Finalmente, ella está sacando adelante a sus hijos más pequeños con su trabajo diario vendiendo medias.

Carmen visita siempre a su nieto

Una vez al mes, doña Carmen Riquelme, de 85 años de edad, visita en la cárcel de Tacumbú a su nieto de 45 años. Si bien, ella no lo parió, fue ella quien lo crió e hizo el papel de madre para él. Con lágrimas en los ojos y el corazón quebrantado, nos contaba lo doloroso que es para ella visitar en ese lugar a su hijo.

“Él es mi hijo. Está hace un año porque un policía que era su amigo le pidió plata y porque no le dio, le culpó de ser cómplice de un asalto en el que él no participó”, contó. “Yo le crié a él porque su mamá es especial, tuvo meningitis y nació sin escuchar ni hablar por eso”, siguió.

Comentó que todos los días le pide a Dios que cuide de su hijo. “Antes de acostarme, rezo todos los días por él para que no le pase nada” he’i. Finalmente contó que era él quien la ayudaba económicamente con su trabajo, pero ahora que no puede, ella hace sábanas y vende. “Le traigo también a él y él vende acá, hace para su platita”, finalizó.