• AL PASO. El anciano zapatero, descendiente de alemanes, tiene su puesto en la vereda y allí recibe y entrega sus trabajos cada día, resistiendo estoicamente en la tradicional profesión

GUARAMBARÉ. Sentado en su puesto, en la vereda, sobre la ruta Acceso Sur, antes del desvío a Villeta, escondido casi detrás de una pila de zapatos, Rogelio Izembrandt saluda con una amable sonrisa y un “adióoos” a todos los transeúntes, mientras sigue cosiendo una bota.

A sus 73 años, lleva ya casi cuatro décadas cosiendo y reparando zapatos de todo tipo. Por sus ojos color azul y su descendencia germana, el karai es conocido por todos en esta zona como “El alemán”. De hecho, su puesto fue bautizado con ese nombre.

“Desde las 6:30 de la mañana ya salgo acá a acomodarme, los clientes vienen con sus zapatos, me dejan y se van, y después pasan a buscar otra vez. Todos ya me conocen y me aprecian porque soy muy honesto”, contó el abuelo.

Don Rogelio es descendiente de alemanes, pero es oriundo de San Pedro del Ycuamandyyú, lugar que dejó para venir a buscar progreso hacia la capital dejando así su trabajo en el kokue. “Trabajé de joven en el kokue y por el monte, pero después me vine a meter en el tema de la zapatería para tener un poco más de ingreso”, he’i el zapatero.

Resaltó que su gran mentor para este trabajo fue un zapatero quien le hacia sus calzados a los combatientes que iban a la guerra del Chaco, y es por ello que su trabajo es querido y admirado por las terminaciones que tiene. “El que me enseño todo en esta profesión fue un señor de apellido Ruiz Díaz. Él hacía los zapatos a los que iban a la guerra, todo esto sé gracias a él y ahora sigo trabajando”, terminó diciendo el abuelo.

No cobra su tercera edad, he’i

Con 73 años y llevando más de tres décadas cosiendo y arreglando todo tipo de zapatos, el abuelo contó que su papá fue un excombatiente y que en vida había firmado para que cobre su sueldo, pero esto no pudo concretarse hasta hoy. “Mi papá en vida firmó para que pueda cobrar, pero no cobro y tampoco cobro mi tercera edad, es un anhelo que tengo, pero hasta ahora no sé qué voy a hacer, hay que trabajar y trabajar porque o sino no vamos a hacer nada”, terminó diciendo el zapatero mientras seguía dándole hilo a la costura del zapato.