Hace cinco años, la vida le jugó una mala pasada a Gabriel Insfrán Lezcano. Quedó en silla de ruedas, luego de que unos malditos motochorros le robaran la posibilidad de caminar tras dispararle, pese a que él no opuso resistencia.
En consecuencia, Gabriel dejó de trabajar todo ese tiempo, hasta que gracias a gestiones del Ministerio de Trabajo empezó nuevamente a laburar.
Antes de que todo pase se desempeñaba como técnico de celular, ahora le consiguieron trabajo también con el mismo oficio en una compañía telefónica. Su esposa fue su sostén más grande y su pequeño hijo que tiene un poco más de cinco años.
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