No es una exageración. Es una historia verídica: Hace 28 años que el comisario Fidencio Paredes, jefe del Departamento Judicial de la Policía Nacional, no pasa una Navidad con su gente, como lo hace la gran mayoría de las familias paraguayas.

El festejo lo deja para otro día junto a sus seres queridos, porque al comisario le toca la guardia. Lo singular de las navidades del komí es que pasa con los detenidos que llegan hasta su dependencia policial y por cuestiones administrativas se quedan a pasar el dindindón allí.

A la hora en que algunos hacen el ñembokapu de las doce, aprovechan para viajar al interior, visitar a familiares que hace tiempo no ven o para compartir alguna cenita con alguna bebida espirituosa, los volái tienen que cumplir con su trabajo de vigilar sus zonas y garantizar la seguridad de los ciudadanos. Mientras que para muchos las fiestas son sinónimo de estar en casa con la familia, para otros es un día más de laburo, como es el caso de los policías.

Los polikuéra traen voi en su vianda la cena navideña

Los uniformados entre compañeros no preparan nada especial para celebrar en la dependencia, porque no pueden descuidar la guardia, pero todo aquel que quiera comer algo diferente a lo que se sirve en la institución, trae luego su vianda.

“Algunos vienen con su chanchito al horno, su peceto, ensaladita o lo que se haya cocinado en la casa”, he’i el comisario Paredes.

En el caso de que algún familiar de los detenidos va hasta el lugar para entregarles algo, ellos reciben y se los entregan en propias manos.