En una de sus homilías, el papa Francisco habló a los sacerdotes de la necesidad de ser pastores “con olor a oveja” y “sonrisa de padre”, no “con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos, ni de esos que te miran de lejos y desde arriba”.

Lo que quiso dar a entender es que el sacerdote debe estar para el pueblo, compartir con ellos y no desaprovechar la ocasión para hablar de Dios. Y así lo entiende el pa’i Miguel Ángel Castro, de la parroquia Santa Catalina de Siena, de Fernando de la Mora, Zona Sur.

Al sacerdote le encanta el deporte. Es más, es un capo jugando al piquiboli. Y es en ese momento de recreación que él aprovecha avei para hablarle a loperro de Dios. “Esos son momentos muy buenos para orientar y aprovechar para predicar acerca del amor de nuestro Padre Celestial”, dijo.

“La mayoría de ellos no son de participar muy a menudo en las misas, solo en momentos especiales, entonces es un buen momento para hablarle de Dios”, explicó. “Estando ahí, luego de jugar o antes de hacerlo, me preguntan cosas acerca de Dios, de la Iglesia y compartimos, eso es muy importante. Hablar de nuestro creador siempre es importante y hay que aprovechar cualquier situación para hacerlo”, le bajó.

“Los muchachos ven como una facilidad la relación con el pa’i, no hay necesidad de pedir audiencia ni nada de eso. Me agarran en la cancha, en la calle y hablamos de lo que sea”, dijo. “Creo que es un aspecto que abre bastante a que te sientan cerca y yo también les siento cerca en el sentido que contamos con ellos”, finalizó.

“Cuando jugamos me dicen de todo”

El pa’i Castro se define como un deportista nato. “Me encanta el deporte. Trato siempre de disfrutar de ello”, dijo. Agregó que al momento de jugar piquiboli, los muchachos lo ven como un jugador más y hasta, a veces, le dicen de todo. “Cuando jugamos se olvidan que soy pa’i y me dicen de todo (risas)”, tiró.

“Por ejemplo cuando reclamo alguna jugada ya me dicen “ani nde trampero, mba’éichagua pa’i pio nde”, o cuando fallás en alguna jugada me gritan “nde inútil y esas cosas” (risas)”, explicó.

“Creo que hablar de Dios en estos lugares es muy importante porque ahí la gente es lo que realmente es y está muy bien eso. Los muchachos no fingen y te dicen las cosas directamente. Quieren aprender y está muy bien”, finalizó.

Fue herrero, chofer y hasta ahora es gomero

Tranquilo, prudente y observador, pero a la vez muy alegre y pintoresco. Su amor a Dios lo transmite en cada mirada, es lo que dicen aquellos que acuden a la parroquia y conocen al pa’i Miguel.

El mismo hace un poco más de 4 meses que está como cura párroco en la parroquia Santa Catalina de Siena, de Fernando de la Mora. Explicó que desde chico supo lo que es ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente.

“Desde niño trabajé como ayudante en una herrería. Luego de joven fui chofer de taxi y hasta ahora soy gomero”, explicó. “Fue en mi juventud que me di cuenta, compartiendo en la catequesis, campamentos de la iglesia que quería ser sacerdote”, explicó. “Nuestros formadores y maestros nos inculcaron a integrarnos a los barrios, de no estar apartados, de no sentirnos diferentes”, explicó.

Cumple de loperro y solidaridad

“El 14 de setiembre voy a celebrar 22 años de cura. Mi experiencia de vida me ayudó muchísimo en la formación. Hay que hablar a la gente de Dios y de su amor”, dijo. “En la cancha de piqui, por ejemplo, a veces celebramos cumpleaños de los muchachos, compartimos, realizamos ayuda solidaria y otras cosas más”, explicó. Comentó que en la parroquia tiene varios proyectos. “Se están preparando más de 600 jóvenes para un precongreso que se va a desarrollar los días 24, 25 y 26 de mayo aquí en la parroquia. Hay mucha vida en la parroquia, la gente se dispone a servir y eso ayuda muchísimo. También estamos con el proyecto de agrandar el templo, de construir una capilla propia del Santísimo donde se tiene 24 horas de adoración. Esa es la idea”, finalizó.