• EMOCIONES. Pasaron casi 59 años de la muerte de María Felicia. Debido a los milagros que se le atribuyen fue beatificada ayer en un multitudinario acto religioso

La “capital del sentimiento” una vez más se vistió de fiesta, pero esta vez no era para un encuentro de fútbol, sino para otro encuentro de tenor muy especial, pero de igual fervor. Unas 50 mil personas acudieron hasta la sede de “La Nueva Olla” (muchas quedaron fuera del estadio) para ser parte de un hecho histórico: le beatificación de la querida Chiquitunga.

El olor a la chipa, y los jazmines no faltaron. Eran cerca de las 16:30 horas cuando el cardenal italiano Angelo Amato, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, y designado por el papa Francisco, terminaba de leer la biografía de María Felicia de Jesús Sacramentado, y su paso por la Iglesia Católica. En ese momento se mostró al mundo la imagen del rostro de Chiquitunga en el enorme retablo preparado especialmente para este acto por el artista Koki Ruiz, con los 70 mil rosarios que fueron donados. El instante fue de una emoción superior, fue ovacionado por el público con gritos, aplausos y pañuelos al aire. Ya era oficial: nuestro país ya contaba con su primera beata.

La emotividad del encuentro recordó a muchos la beatificación y posterior santificación de San Roque González de Santa Cruz.

El coro Schola Cantorum, compuesto por unas 80 integrantes de la Arquidiócesis de la Santísima Asunción, dieron el toque especial entonando las canciones religiosas durante toda la tarde. Las Carmelitas vivieron también una fiesta muy especial, llevaron hasta el altar su preciosa reliquia: el cerebro incorrupto de Chiquitunga. Ángel Domínguez, el chico que fue salvado de la muerte por la ahora beata, observó todo desde un palco especial junto con su familia. “Es lo más grande del mundo que nos pudo haber pasado”, refirió la señora Mireya Guggiari, hermana de Chiquitunga, con relación al evento.

La jornada de ayer quedará entre los grandes momentos de la historia religiosa del Paraguay, un encuentro donde la ciudadanía paraguaya volvió a mostrar el poder de su fe.