GUSTAVO GALEANO. Corresponsal

Ciudad del Este. Hace varios años le detectaron un soplo en el corazón, una enfermedad que giró completamente el ritmo de su vida. Sin embargo, el apoyo incondicional de su familia, amigos, y más aún de su media naranja, la mantiene con toda la fortaleza para seguir adelante.

Una lucha condimentada de perseverancia y un tremendo ejemplo de amor de pareja escriben esta historia de un matrimonio que pese al freno que les ocasiona una enfermedad del corazón, no deja que apague ese sentimiento y voluntad por seguir adelante, principalmente del esposo, que se mantiene firme a su lado para luchar contra una mal que no tiene cura. Así es la vida de Luz.

“En el año 2016 tuve un paro cardiaco. Tuve que hacerme estudios donde me detectaron una enfermedad conocida como comunicación interauricular, lo que significa soplo en el corazón”, comenzó explicando Luz Clarisse Zaracho, de 31 años.

Con el rostro sonriente y con el oxígeno puesto en todo momento, la guerrera mujer se muestra alegre sin llevar en cuenta que su padecimiento, según los doctores, no tiene ni el mínimo porcentaje de cura.

“El doctor me explicó sobre la enfermedad frente a mi mamá y mi marido. Fue superdirecto. Es mortal y hasta hoy día no tiene cura. Desde que me la detectaron lo que hice fue leer sobre la enfermedad y fui aprendiendo. Tomé todo con calma porque es una prueba que Dios me da y la tengo que afrontar con fuerza y mucha fe para salir adelante”, concluyó.

Agradecida

De profesión contadora pública, la joven se desempeña como incansable laburadora en la cooperativa Ayacapé, donde directivos y compañeros de trabajo le brindan su total respaldo.

Su enfermedad no le deja ser mamá por ser muy peligroso

Uno de los anhelos del común de las mujeres, y sobre todo el de las esposas, es ser mamá. Sin embargo, Luz sabe que no puede dar a luz por el gran riesgo que ello significa. “No tengo hijos y no los puedo tener. Es riesgoso porque no aguantaría. Le afectarían al feto mis medicamentos. Y podemos morir los dos o uno de nosotros. Y prefiero no arriesgarme a que el bebé venga al mundo a sufrir”, dijo la guerrera.

Pero amor puro no le falta. A diario se siente acompañada por Marcos Román, su ejemplar esposo, quien todos los días traslada e instala su balón de oxígeno para que no le falte nada. Emocionante gesto admirado por toda la muchachada que aplaude tan enorme amor.