En algún pastizal, en algún bosquecito o en lo alto de un árbol. No importa, Justo improvisa su “aula” sin problema.

• POR RODRIGO VALDEZ
• @rodrisamuvaldez

Por suerte, las historias de superación en las crisis siempre afloran en nuestro país. Y tal es caso de Justo Cabral (17), un adolescente que vive en un remoto paraje en Ñeembucú y todos los días sale a buscar señal de internet a pie, para poder estudiar y hacer la tarea de las clases virtuales en plena pandemia por coronavirus.

“Tengo que caminar mucho y hasta que no encuentre señal no paro. Tengo que cumplir con mis clases”, dijo a Crónica en el dulce idioma guaraní.

En algún pastizal, en algún bosquecito o en lo alto de un árbol. No importa, Justo improvisa su “aula” sin problema. Toma su cuaderno y bolígrafo y sigue la clase desde un viejo celular que tiene.

“Mi papá Julián y mi mamá Julia son trabajadores del campo. Ellos me enseñaron que la única forma de salir adelante es estudiando y no importa lo que cueste. Camino kilómetros en busca de mis sueños. En el pastizal o en algún bosque, no importa, con tal de cumplir con mi rol de estudiante”, añadió.

Las clases virtuales que sigue Justo empiezan a las 13:00 y terminan cerca de las 18:00. Él es el primero en establecer el contacto. Antes de eso tuvo que caminar más de 10 kilómetros. “Yo no me canso. Yo quiero ser profesional y este es el camino que debo seguir. Cada paso que hago pienso en mis padres. Estudiando es la única forma de quitarles para delante”, finalizó.

Sueña con ser profesor de arte

Justo cursa el segundo año en el Colegio Nacional Mariscal Francisco Solano López, en Tacuaras, Ñeembucú, donde ahora realizan las clases virtuales. Con viento, frío o calor es igual.

El alumno sale a buscar señal para descargar en su viejo celular la tarea y seguir con sus estudios. Y si llueve, no importa. Justo improvisa una carpa y sigue. “Mi objetivo es ser profesor de Artes y de Matemáticas. Me gusta mucho estudiar”, sostuvo.

Lo que ahora más desea es poder conseguir una notebook para agilizar sus clases. Pero sus padres no están trabajando y no pueden comprarle uno. “Desde el celular me cuesta un poco más las clases. No tengo para comprar una computadora aún, pero seguimos en la lucha”, añadió.

“Las excusas no son para mí”, he’i Justo

“Con las clases virtuales me llevo bien. Con tal de aprender yo me adapto en todo”, dijo el estudiante vale. Los que conocen a Justo aseguran que es un alumno responsable y muy aplicado. El adolescente, además de estudiar, ayuda a sus padres en el campo. “Gracias doy a mis padres porque ellos se sacrificaron para sacar adelante a mi hermano y a mí. Nos enseñaron el valor del sacrificio y la honestidad”, agregó. “Uno, solo tiene que perseguir sus metas sin poner trabas. Las excusas no son para mí”, finalizó.