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Se va el caimán, se va el caimán… se va para el casamiento: dio el “sí” ¡con un intendente!

Se va el caimán, se va el caimán… se va para el casamiento: dio el “sí” ¡con un intendente!

A él se lo vía contento. Entusiasmado. A ella, algo tensa. Inquieta. El ambiente, cargado de color y calor, abrazaba a esta pareja en medio de aires añejados en tradición que daban un sabor especial a esta velada con una “unión para siempre” que iba a quedar sellada al final de ese camino de esperanzas, de sueños, de deseos de prosperidad. Pero había algo que no cerraba del todo para el común que no era parte de esta celebración.

Ojo: no era una ex tóxica que quería armar bolonqui y arrancarle a arañazos el vestido a la novia. O ese ex siempre bochinchero que tuchaitere se va a hacer su show y jurarle a la novia que “nunca más” tal cosa y a los cinco minutos ya le está viendo los pechos a la de la tercera fila de la izquierda. Esta vez lo “diferente” es que la novia ¡era un caimán! Y el novio ni más ni menos que un intendente.

Se trata de Víctor Hugo Sosa, líder comunal de San Pedro Huamelula, en Oxaca, México. El mismo cumplía con un rito tradicional de la comunidad indígena chontal del istmo de Tehuantepec, a la que pertenece, que busca la prosperidad y abundancia para su pueblo.

“Acepto la responsabilidad, porque nos queremos, eso es lo importante. No puede haber un matrimonio si no se quieren. Nos queremos y acepto casarme con la niña princesa”, le bajó Sosa como para sellar su “para siempre” en esta ceremonia donde la caimán era Alicia Adriana, que asumió el papel de la niña princesa en esta celebración ancestral vestida con un hermoso trajecito de novia bien sobrio y nada provocativo donde solo resalta ¡su boca bien atada! No vaya a ser cosa que la futura esposa haya llegado con hambre mba’e.

La unión entre un hombre y un caimán hembra se celebra en este pueblo desde hace más de 230 años para conmemorar el día en que dos etnias de la región, los huaves y los chontales, se integraron gracias a una boda.

La tradición relata que las fricciones entre ambos pueblos se terminaron con el casamiento del rey chontal, hoy representado por el alcalde, y la niña princesa huave, comunidad asentada en la localidad de San Mateo del Mar, encarnada en el caimán hembra.

La boda les permite “enlazarse con lo que es el emblema de la madre tierra. Todo pidiéndole al poderoso, la lluvia, la germinación de la semilla, todas esas cosas que son la paz, la armonía del hombre chontal”, explica Jaime Zárate, cronista de San Pedro Huamelula.

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