No es que ella estuviera desesperada. Más bien es que no quería perder más tiempo. Por eso ya no le importaba nada. Ni el lugar. Ni la luz. Ni la gente. Tanto así que en una plaza pública, recostada por un árbol, dio rienda suelta a sus más básicos deseos sin importarle que pudiera quedarse un sabor amargo en la boca. Sin remordimientos.

Una persona que se encontraba en el lugar no dejó pasar por alto el momento. Viendo cómo estaban y presintiendo lo que se venía, sacó su celular y comenzó a captar todo cuanto sucedía con total naturalidad, como si no hubiera más nadie en ese lugar.

A pesar que el hombre en algún momento se mostró tímido, ella no quería saber nada de irse con ganas de algo. Por eso, no dio el brazo a torcer. Unos dedos traviesos fueron más allá de lo permitido y cual general de ejército obligo al “soldadito” a ponerse firme y rendirle atención. A partir de ahí, no hubo trinchera que frenara la escalada.

Lo que no sabía es que todo quedaría grabado en un video y que esas imágenes se hicieron virales… La gente dio su veredicto al respecto con opiniones divididas que van desde quienes condenaron el hecho hasta quienes le buscaron el «lado amable» a la situación.

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