La situación es caótica. Las permanentes lluvias que vinieron cayendo en los últimos días más su efecto en ríos y arroyos hizo que una gran parte de la población de Rio Grande do Sul, en Brasil, estén pasando momentos dramáticos donde la muerte y la angustia se hicieron presentes.

Se estima que al menos 57 personas fallecieron en medio de las inundaciones, superando la cifra de setiembre del año pasado cuando 54 perecieron como producto de una serie de tornados que atacaron la zona.

Hay más de 380 están desaparecidas. Además se reportó un centenar de heridos, unas 10 mil personas que tuvieron que ser evacuadas, al menos 4.500 que está en albergues de emergencias y otras 67 mil que se vieron afectadas de una u otra forma con la furia del agua.

Uno de los temores más grande que se tienen por el momento pasa con la imposibilidad de atender a todas las personas afectadas de manera eficiente por el gran número de damnificados. Además, las autoridades vigilan de cerca las presas, que no están diseñadas para manejar un volumen de agua tan elevado, pero afirman que no hay riesgo inminente de rotura.

El gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, advirtió la noche del jueves que la capital del estado, Porto Alegre, con más de 1.300.000 personas, corre el riesgo de sufrir la mayor inundación de su historia por el rápido ascenso de las aguas del Lago Guaíba, a las afueras de la ciudad.