- FE. Sin importarle la inclemencia del tiempo los devotos de la Virgencita de Caacupé cumplieron su promesa
- MILES. Los peregrinantes llegan como cada año de diferentes puntos del país hasta incluso del extranjero
CAACUPÉ. La fe y devoción de los creyentes aumentan en cada paso que dan para poder llegar a la explanada de la basílica de Caacupé. La misión es cumplir con la promesa dejando de lado el cansancio y el dolor corporal que podría estar sintiendo cada promesero.
Unas gotas de sudor se hacían presente en el rostro de Cerfirio Villagra (36), quien desde hace 4 años viene desde Ciudad del Este y camina a partir de Eusebio Ayala, ex Barrero, para llegar a la capital espiritual.
Esta promesa la hizo en nombre de su pequeño hijo de 5 años, a quien había encomendado a la Virgencita por su salud y hoy Kevin está sano.
“Mi hijo se enfermó muy mal, no sabíamos qué tenía y le imploramos a la Virgen por su salud, hoy él está más que sano y ya tiene 5 años”, decía el promesero con voz quebrada. En sus manos sostenía fuertemente la imagen de la Virgen en sus brazos.
A pesar del cansancio Cerfirio, arrodillado frente al altar de la Virgen, agradeció a la patrona de Paraguay por las bendiciones recibidas teniendo a su lado a su hijo Kevin y el pequeño Eric de 3 meses.
“Con mi señora venimos cada año, ella está vez no vino caminando porque nuestro bebé es muy pequeño todavía y la fe que tenemos por la Virgen es inexplicable, ella que hizo un milagro muy grande al sanar a nuestro hijo”, he’i el karai.
Resaltó además, que gran parte del cabello que lleva su Virgen de Caacupé es de su hijo Kevin, quien se dejó crecer el pelo, para luego darle como ofrenda y muestra de agradecimiento por su sanación.
“No hay forma de describir”
Brígida Marecos (29) esposa de Cerfirio, contó que la emoción y la devoción que tiene por la Virgen de Caacupé es inexplicable y que le faltarían palabras para poder describir lo agradecida que se siente con la patrona del país.
“No hay forma de describir, es algo increíble, que mi hijo esté sano y fue gracias a ella”, decía la doña quien dejó caer por su rostro unas lágrimas de emoción. Mientras cargaba a su pequeño de tres meses en brazos y miraba a su hijo Kevin, quien jugaba cerca de sus piernas.
“El año próximo si Dios y la Virgen me permiten volveremos caminando, acompañando a mi marido, como todos los años”, dijo con la voz quebrada.
86 KILÓMETROS
Es la distancia que camino Cerfirio para llegar hasta la explanada de la Virgen de Caacupé.
ACOMPAÑAMIENTO
Cerfirio mientras peregrinaba con la imagen de la Virgen de Caacupé su señora le seguía con su auto.
DEVOTOS
La fe que sienten por la Virgen cada día crece y se encomiendan día a día.
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