Muchas veces los padres vemos el mundo como un foco de peligros para nuestros hijos e intentamos evitar a toda costa que sufran. Así que les ponemos casco, rodilleras o cubrimos en papel de burbujas por dentro y por fuera para que no se lastimen.
No los dejamos salir un paso sin nuestra estrecha vigilancia, escalar el tobogán ni que chuten la pelota, los apartamos a toda costa de los niños que insultan, les tapamos los oídos para que no escuchen malas palabras, los ojos para que no vean cosas feas, pero entonces… ¿cómo van a vivir?
Cuando están aprendiendo a andar, no queremos que se caigan… ¿y si no se cae, cómo va a aprender a andar? Se aprende a caminar a base de caídas, cicatrices y chichones.
“Hay que dejar que tropiecen para que aprendan y darles mucho afecto, no hacer todo por ellos o caer en el error de sobreprotegerlos o darles todo hasta lo que no se puede”, indicó la licenciada Fátima Castillo.
La psicóloga explicó que los límites tienen que ser claros, poner horarios, establecer normas y un castigo si no cumplen, cuando no se puede comprar algo hay que decirles y no comprarles para evitar que hagan “berrinches”.
“Hay padres que entienden el amor como querer dar todo, hasta lo que no se tiene, algunos hasta se sienten como culpables cuando se enferman y les quieren dar todo sin darse cuenta de que estamos malcriando”, agregó.
Hay que decir no, pero con explicación
Hay que evitar decir no sin explicación, genera más curiosidad porque los chicos quieren investigar, la psicóloga sugiere decirle no, porque es peligroso y te puede hacer daño, pero con esta pelota podés jugar. “Explicarle el porqué del no y además darle alternativas”, señaló.
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