El día a día del chofer de micro no es nada fácil. Así como los taxistas, ellos también tienen sus anécdotas. Crónica habló con ellos, quienes relataron lo peligroso que resulta en muchas ocasiones el trabajo que llevan a cabo. Esto, cuando se presentan ciertas situaciones y personas con las que deben tratar, pero cuando el deber llama, no queda más que apechugarse cada sitú riesgosa, ya que deben llevar el pan diario a sus hogares.

“El chofer de colectivo tiene que lidiar con muchas cosas. Nosotros más o menos ya sabemos cómo reaccionar cuando se presenta gente sin escrúpulos. Una vez, viniendo para acá, me salieron unos cuantos barra bravas, me cerraron el paso para que yo les pueda alzar. Muchos se subieron por la ventana, por suerte no me hicieron nada, pero me obligaron a subirles y no pagaron el pasaje”, contó Jorge Cáceres, chofer de la línea 43 (Empresa San Gerardo), quien tiene ya 16 años en el oficio.

“Nosotros estamos expuestos a muchas cosas, muchos peligros. Hay veces que uno no sabe si va a llegar vivo a su casa”, siguió. Al mismo tiempo dijo que es una responsabilidad muy grande la que llevan los conductores de buses ya que deben tener cuidado con todo y cobrar a la vez. Comentó que también son víctimas de malos tratos por parte de los pasajeros.

QUE SUBAN CON LO JUSTO

Una cosa que piden mucho los choferes a la ciudadanía es que traten de subir con el pasaje justo, ya que muchos suben con un 20.000 guaraníes o un 50.000 guaraníes, siendo que muchas veces no tienen para el vuelto, y encima se enojan si no dan el cambio rápido. “Yo todavía no tuve problemas con nadie, a veces sería bueno que suban con el pasaje justo o que sea sencillo, porque suelen subir con billetes grandes”, dijo Hugo González, de la Empresa San Isidro.

“HINCHAS ME CERRARON EL PASO”

Patricio Romero tiene 22 años de experiencia en el volante en micros y muchas anécdotas para contar. Actualmente está en la línea 48 (Empresa San Isidro). “Lo que recuerdo es que me salió una pareja con camiseta de Cerro Porteño como para atajarme haciéndome la para y justo ahí a la vuelta de la esquina estaba lleno de barra bravas, tuve que cerrar otra vez la puerta y cruzar la luz roja, corrieron todos detrás mío. Jodido es con ellos, no les alzamos así nomás”, contó.

Una vez tuvo que detener la marcha por caso de urgencia con los pasajeros. “Me tocó una vez una epiléptica y justo estaba frente a un hospital. Paré y le bajamos con los pasajeros”, siguió.

“CUALQUIER COSA CULPAN AL CHOFER”

Don Hernán Britos trabajó 1 año en la línea 44, luego unos años en otras empresas y ahora está en la Empresa San Isidro. “De todo un poco pasamos los choferes. Con los barra bravas siempre hay anécdotas porque ellos son peligrosos. Atropellan todo y no quieren pagar el pasaje”, empezó contando.

“A veces no sabemos cómo reaccionar, porque es peligroso, cuando juegan Cerro y Olimpia, ahí lo que es jodido”, siguió. Comentó que varias veces ya fue maltratado y sin motivo alguno. “Los pasajeros, de repente un día amanecen mal y te insultan. Cualquier cosa le culpan al chofer. Nosotros siempre”, finalizó.

“YO NO LES ALZO A LOS DE LA BARRA”

José Gaona lleva 21 años en el oficio. Ahora está en la empresa San Gerardo y comentó que en su caso nunca le sube a los barra bravas porque o sino le hacen sarambi. “Destruyen todo el vehículo y nada es seguro con ellos. Le piden plata a los pasajeros y si no le dan tienen navaja y le muestran. Yo entonces no le alzo directamente, corro de ellos siempre y por suerte nunca me atajaron ni nada”, dijo.

“En mi caso nunca me asaltaron en el colectivo, pero hay compañeros a quienes ya les pasó. Sabemos ya cómo reaccionar ante eso, y en lo primero que uno piensa siempre es en su familia”, aseveró el trabajador.

“ENCONTRÉ A UNA PASAJERA MUERTA”

Nilo Cardozo fue conductor durante varios años. Ahora mismo es inspector de la línea 43. Este señor ya pasó de todo, según nos comentó. “Cuando trabajaba en la línea 12, llegué a la parada y viene una señora me dice que se quedó una pasajera dormida en el colectivo. Me fui a ver y vi que la señora estaba toda dura, estaba muerta ya, y no le toqué. Fui a la comisaría más cercana, y de ahí con el oficial de guardia fuimos al centro de salud de Calle’i. Había sido la señora era epiléptica y tragó la lengua”, contó.

“En otra ocasión, mientras manejaba, me percaté que un pasajero venía recostado. Había sido por un ajuste de cuentas le clavaron”, relató.