La ciencia ya explicó que el eclipse se debe a que la órbita de la luna en algún momento coincide entre la Tierra y el sol. Pero algunas culturas tenían otras creencias.

Los mayas, por ejemplo, creían que la luna intentaba devorar al sol, el Dios supremo, y lo interpretaban como símbolo de lucha entre los dos astros y suponían que anunciaba una guerra. Los hindúes katu dicen que el demonio Rajú se apodera del vino de la inmortalidad, que solo beben los dioses. Al tomarlo, el sol y la luna lo acusan con Vishnu, quien le corta la cabeza. Rajú, en venganza corre atrás de los astros para castigarlos.

Los mongoles, en tanto, creían que el demonio Araco perseguía al kuarahy y a la luna para devorarlos, por lo que el rollo debía gritar con gran fuerza para que el fenómeno termine. Los peruanokuéra creían el astro rey enojado con el pueblo, les quitaba el calor y la luz, algo visto como un presagio de calamidades.

Para los chinos los eclipses representaban un dragón devorando el sol. Con el fin de ahuyentar al dragón, preparaban todo tipo de ceremonias, las cuales siempre cumplían su objetivo, puesto que la luna siempre terminaba apartándose y dejaba ver el sol de nuevo. En la India la tradición he’i que si los rayos del sol no tocan el suelo, los microbios se propagan más rápido. Upévare, los gurús recomiendan realizar ayuno completo, debido a que el funcionamiento del cuerpo sería confuso por la falta de referencia al sol. Cada creencia que había, lo que sí, la luna tapa momentáneamente al sol.