• UN DÍA NEGRO. Liz no se imaginó que el 15 de mayo nunca más sería una linda fecha para ella ni para sus familiares

“Yo ya no me quedo en mi casa, le veo a él jugando, escucho su voz en todas partes”, cuenta la destrozada mamá de Fernandito, muerto por una bala que le atravesó el corazón en pleno Día de la Madre.

El pasado 15 de mayo, el día terminó enlutado para la familia de Fernando Cardozo Villalba (5), tras caer frente a su casa con una herida en el pecho. ¿Quién disparó? Un vecino, Carlos Ramón Franco Giménez, el cuñado del expadrastro de Liz Villalba, la madre de Fernandito.

Este señor vive al lado de la casa de ellos, donde se había mudado tras abandonar a su familia original dejando dos hijos menores al cuidado de su madre. El cuñado estaba con otras personas más en la casa mencionada y fue él, quien sin mediar palabras, disparó contra el niño.

El objetivo era la mamá de Liz. “La señora de mi padrastro le tiró una piedra. Él vino corriendo con su cara manchada. Mi mamá salió a reclamarle, luego ya se metieron más personas y de la nada el señor disparó”, contó Liz.

“Mi niño era un niño muy alegre, muy hiperactivo, no se quedaba quieto un segundo, solo se queda quieto para dormir, ni comiendo se quedaba quieto, alzaba su pie encima de la mesita, hablaba, no se callaba. Él no es que habla despacito, él grita, es así. Ese miércoles tenía un cumpleaños, y me decía ‘mamá comprame ya el regalo’”, comentó.

Cuando Fernandito recibió el disparo, la bala salió por su espalda, atravesó una chapa que dividía la casa con el otro vecino y terminó por una pared. “Lo primero que hago es mirar hacia mi casa y ya le vi boca para abajo, le alcé y estaba agonizando, estaba todo débil. Él, sus últimos suspiros dio en mis brazos, yo le tocaba su pulso y ya no se le sentía nada”, relató la mujer con lágrimas en los ojos.

“Si no existe justicia, haré justicia por mano propia”

El homicida fue identificado como Carlos Ramón Franco Giménez, quien fue detenido y linchado por los vecinos. El mismo está imputado y recluido. El arma homicida, una pistola 9 milímetros, es de su hermano, Roberto Franco Giménez, suboficial de Policía, quien también ya está imputado y detenido.

“Si no existe la justicia, haré justicia por mano propia, yo no puedo dejar esto así”, dijo Liz, quien se atajaba el llanto mientras su otro hijo, de dos años, preguntaba ¿a dónde fue Pacho?, como se le conocía a Fernando. “Está de viaje mi amor”, le respondió ella.

La intención era matar a la abuela, no al niño

Liz contó también que el domingo, el suegro del asesino volvió a la casa para retirar algunas pertenencias y otra vez se dio un enfrentamiento entre la mamá en duelo y el mismo. Comentó que entre discusiones, el hombre dijo “ya oikopáma la oiko va’erã, ha’ekuéra ndaha’ei la mitãme la ojukaséva, pe kuñakarai la ojukase’akue”, refiriéndose a Nona Villalba, madre de Liz y abuela de Fernandito. Liz dijo que el barrio está juntando firmas para que la conflictiva familia abandone el barrio. “No puede ser que ellos vengan acá tan campante, no les puedo ver”, he’i.