“Mami, ¿podrías ayudarme con la tarea de la escuela?”, fue la pregunta de su hija de 13 años, la menor de los 4 que tiene. El pedido la dejó descolocada, incluso la puso triste. Fue en ese momento en que se decidió y dijo “tengo que regresar”.

Tomó la interrogación de su pequeña como un impulso para lograr concretar esa asignatura pendiente que tenía: volver a la vida académica.

“En mi adolescencia dejé la escuela y nunca más lo retomé. Que mi hija me pida ayuda con sus tareas y que yo no pueda ayudarla, fue muy doloroso, y esa fue una de las razones de la que me agarré para volver a estudiar”, contó doña Sonia Elizabeth Villalba, quien a sus 40 años decidió recuperar el tiempo perdido y retomó sus estudios.

Pero la mujer no lo hizo con algún curso rápido, sino que va a una institución pública, donde cursa el año lectivo normalmente.

Se viste el júmper o el buzo de la institución y acude con entusiasmo a las clases. “Yo no me apuro en terminar mi bachillerato, lo que quiero es aprender”, dijo. Doña Sonia además va al mismo colegio que su hijo de 15 años.

“Algunos me miran sorprendidos cuando voy por la calle toda uniformada al lado de mi hijo (risas). Él (por su hijo) va al 9.º y yo al 8.º, pero es como mi compañero porque pasamos mucho tiempo juntos en la institución”, contó.

“Nunca es tarde para aprender”

“Yo me embaracé de mi primer hijo a los 16 años. En ese momento tenía muchos inconvenientes familiares. Fue ahí que flaqueé y dejé de estudiar. Comencé a trabajar y así pasó el tiempo. Ahora tengo 4 hijos por quienes peleo día y noche”, contó.

“Se dice que nunca es tarde para aprender, y aquí estoy”, agregó. “Gracias a Dios, los docentes de la institución me ayudaron muchísimo porque la verdad que sin ellos no iba a estar en este lugar entre libros y adolescentes.

Pelearon por mí para que pueda ingresar aquí y no hacer un curso acelerado, como se está acostumbrado. Mi sueño siempre fue terminar la secundaria como corresponde y sé que lo lograré”, agregó.

“Me ven como la mamá guasu y piden consejos”

Doña Sonia se levanta a las 4 de la mañana. Se prepara y parte rumbo a su lugar de trabajo que es en una estación de servicios. De ahí va al colegio “J. Augusto Saldívar”, de Fernando de la Mora, donde estudia en el turno noche. Al momento de cruzar por primera vez el portón de la casa de estudio, lo hizo a paso lento, con el temor del qué dirán.

“El primer día me costó muchísimo, pero luego mis compañeras me vieron como la mamá guasu y gané confianza. Ellos me piden consejos y yo siempre les digo que no cometan el mismo error que yo cometí cuando tenía su edad, que fue el dejar de estudiar”, comentó.

La señora alumna confiesa que su retorno a las aulas fue de la mejor manera. Hace unos días culminó el 8.º grado y salió ¡la mejor alumna! “Estoy muy feliz. Ver el fruto del sacrificio y eso me motiva a seguir, me faltan 4 años para terminar el bachillerato y pelearé por cumplir ese sueño”, finalizó.