Un nicho donde hay una vieja bicicleta colgada es el sitio donde todos los amantes de las dos ruedas paran para encomendarse. El panteoncito pertenece a dos hermanos. Conocé la historia

• POR RODRIGO VALDEZ (@rodrisamuvaldez)

Julio Ozuna desciende de su bicicleta lentamente al costado de la Ruta 2, a la altura del kilómetro 109 y medio, en San José de los Arroyos. Se lo nota cansado, pero su mirada transmite paz. “Hasta ahora pedaleé más de 30 kilómetros, tengo que seguir, pero aquí es la parada obligatoria. Aquí los ciclistas renovamos nuestras fuerzas y pedimos protección y otras cosas más”, dijo mientras dirige sus pasos hacia un nicho donde hay una vieja bicicleta colgada. De pronto, se arrodilla, encienden una vela y comienzan a rezar. Minutos después, un grupo de ciclistas hace lo mismo.

“Aquí obtenemos la protección para seguir nuestro camino. Son nuestros ángeles”, comentó uno de ellos. Hacen referencia al oratorio que fue construido en honor a los hermanos Gregorio (18) y Sergio (19) Aguilera Arias, quienes en enero del año 2007 fallecieron en ese mismo sitio luego que un colectivo de la empresa “San Luis” los atropellara cuando ambos iban en esa bicicleta que se encuentra colgada en el lugar. Los hermanos acababan de salir de su trabajo cuando ocurrió el terrible accidente. Pasaron 12 años de aquel suceso y hoy, los hermanos son considerados como los “ángeles” de los ciclistas que “religiosamente” paran en ese tramo para encomendarse y pedirles protección. “La mayoría de los ciclistas cuentan que se sienten mucho más tranquilos cuando quedan a rezar en el oratorio. Les prenden velas y piden que les proteja durante el trayecto que van a hacer. Es fe”, contó a Crónica Feliciana Aguilera Arias, hermana de Gregorio y Sergio.

“Todas las cosas hacían juntos”

“Éramos 7 hermanos. Gregorio y Sergio eran los menores. Trabajaban de noche. Ese día (3 de enero del 2007) acaban de salir del trabajo cuando pasó esa desgracia. Estaban con un grupo, todos en bicicletas, ellos iban juntos en esa bici que está en el oratorio, solo a ellos les agarró el colectivo”, contó Feliciana. “Somos de familia de escasos recursos. Había días que no teníamos nada para comer, por eso mis hermanos trabajaban muchísimo, para ayudar en casa. Eran muy unidos los dos, todas las cosas hacían juntos, y se fueron juntos. Por culpa de un irresponsable (conductor) sus sueños y sus vidas quedaron en ese camino”.

“Símbolo para los ciclistas”

Gregorio y Sergio vivían con su familia en la compañía de Yacú Barrero de San José de los Arroyos. “Andar en bicicleta les gustaba mucho. Todo lo hacían en esa bici que ahora está colgada encima del nicho. Lo pusimos para recordarles siempre y hasta ahora sigue ahí, nadie toca, está tal cual como quedó después del accidente. Es como un símbolo para los ciclistas”, contó Feliciana. “Los que pasan por ahí quedan sí o sí y se encomiendan, siempre vemos eso. También los camioneros paran mucho en el oratorio para rezar”, finalizó.

Hubo muchos accidentes en  ese tramo, dijo

Según datos recabados, en la noche del 3 de enero del 2007, Gregorio y Sergio salieron del trabajo y se dirigían a la casa donde vivían a bordo de una bicicleta, cuando fueron atropellados por un ómnibus de la empresa “San Luis”. Gregorio falleció en el acto, mientras que Sergio fue derivado hasta –en ese entonces Emergencias Médicas (hoy Hospital de Traumas)– de Asunción, donde lastimosamente dejó de existir. Según los lugareños, en ese sitio, donde se encuentra el oratorio, ya ocurrieron varios accidentes ruteros.