Las gotas de sudor bajan por la frente y por la nuca. Un río de humedad recorre nuestras espaldas y una compañera advierte que ya está empapada.

La idea era subir el cerro Itá Angu’a, de Pirayú, pero llegar a la entrada costó mucho. La caminata parecía eterna. Precisamente en ese sitio un grupo de personas se refrescaban con un rico tereré.

Pasaron solamente 10 segundos para pedirle un poco de la refrescante bebida.

En medio de la ronda hice una acotación: “Seguramente ustedes son amigos inseparables”, dije como para que fluya una conversación.

Uno de los hombres respondió: “Claro que sí. Pero yo tengo un amigo de toda la vida que siempre está para salvarme y protegerme”, dijo. “¿Algún pariente o un vecino?”, interrogué. “No, mi mejor amigo, mi mejor kape es ¡es el Pombéro!”, contestó.

El que habla es Arnaldo Antúnez (32) y muchos lo consideran como una especie de “cuidador” del cerro Itá Angu’a. El mismo confesó que la amistad con el karai pyhare nació desde antes de llegar a este mundo.

“El Pombéro ya me cuidaba desde que estaba en la panza de mi mamá, es decir, le protegía a ella para que no me pase nada”, contó.

Pero, siempre según su relato, ese afecto y apego “floreció” más cuando tenía 3 años. “A esa edad el Pombéro me llevó, me secuestró. Me sacó de mi casa y me llevó a la casa de mi abuela. No me hizo nada, solo eso.

Desde ahí como que siempre estuvo a mi lado y nunca más se separó de mí. Y está conmigo a donde sea que voy. Él me cuida de todo mal”, confesó.

“Yo subo al cerro a las 12 de la noche, no tengo miedo”

A la consulta de si le da al Pombéro caña y cigarro, Arnaldo respondió que “claro que no. Yo nunca le di nada porque una vez que le das ya no podés fallarle. Por eso no le di nomás y cherayhueterei (me quiere mucho)”, dijo.

“Yo subo al cerro a las 12 de la noche o a cualquier horario, sin linterna ni nada, no tengo miedo porque él me cuida. Allí dejó mis vacas y le pido que le proteja, hasta hoy en día nunca le pasó nada a mis animales”, agregó. Sus demás amigos dan fe de los dichos de Arnaldo.

“Él siempre nos cuenta que el Pombéro le protegió y que está con él, y lo que le pasó de niño”, dijo Rodney Benítez. “Él sube al cerro a cualquier hora, no tiene miedo porque dice que el Pombéro es su amigo”, agregó Raúl Candia.