• LOS CONQUISTÓ. “Lito” Orué se ganó su espacio en Alemania en todas sus pasiones: el fútbol, la cocina, y como “aderezo” disfruta de los autos en la empresa internacional

Por Lucía Paniagua

El 29 de mayo del 2004, Luis Alfredo Orué, partió para el Viejo Continente hasta donde llegaría a Alemania cerca de las 13:14 del 30 con su hermano Sebastián. Hacía ya un tiempo sus padres se habían establecido en la ciudad de Stuttgart. “Fue muy duro en plena pubertad. Dejé mis amigos, mi novia, y demás familiares. Enfrentarse al primer mundo fue por una parte lindo porque llegamos a un país donde todo está muy bien organizado”, contó.

Apasionado del fútbol y con un talento nato rápidamente fue fichado en las inferiores del club de Stuttgart, pero por esas cosas de la vida tuvo una lesión que le impidió continuar sus sueños de triunfar chutando la pelota, por lo que decidió dedicarse a su otra pasión: la cocina.

“Me gustaba ya desde pequeño, seguí con el fútbol y en las inferiores del Stuttgart me lesioné y no pude más mantener el ritmo que me exigía en el club. Entonces decidí convertir mi hobby en profesión. Eso fue a los 16 años”, señaló. Apenas culminó sus estudios secundarios le metió pata. “Empecé mis estudios en el hotel de la ciudad donde vivía en Fellbach, ahí comencé a trabajar y estudiar”, relató.

El éxito en el mundo gastronómico le llevó nada más y nada menos que en el 2013 a “ficharse” en el equipo de la Mercedes Benz, donde actualmente se desempeña como subjefe de una de las cocinas donde producen diariamente para 1.500 personas, que como él trabajan en la empresa, donde conjugó dos pasiones: la gastronomía y los autos. “Soy un apasionado, enfermo de los autos desde chico, y nunca me imaginé que alguna vez trabajaría acá”, dijo entusiasmado.

Se acomodaron a una vida que comenzó de cero, contó

La cultura y las costumbres fueron absorbidas rápidamente por “Lito” -como le conocían amigos y parientes-, también por sus hermanos y padres. Para el idioma y para poder acomodarse en el colegio, tuvieron que aprender por un año el alemán en una clase especial. “Empezamos de cero, vivíamos en un pequeño departamento de dos ambientes 7 personas”, dijo. Cuando eso cumpliría 15 años.

“Mi plan de volver a los 18 años a Paraguay terminaron con mis estudios del colegio, cuando me surgió la oportunidad de estudiar gastronomía para ser chef. Quería tener mi propio restaurante y también trabajar con organizaciones para hacer una gran comilona para los niños de la calle (en Paraguay)”, agregó.

Un sueño que se hizo realidad

«Cuando elegí la cocina, me encantó la de acá, me gustó mucho probar cosas nuevas, cosas que en Paraguay eran muy caras como el jamón serrano o salami milano, yo acá gozaba”, manifestó “Lito”, quien agregó que llegó a tener hasta cuatro laburos al mismo tiempo en el ámbito.

“En esos tiempos, cada cosa que hacía siempre tenía como objetivo Paraguay, ahorrar para ir todos los años”, contó añadiendo que uno de sus sueños se cumplió con un restó familiar que tenían sus padres, que lastimosamente tuvieron que abandonar debido a que como una familia demasiado unida ya no tenían más casi tiempo para pasar todos juntos, aparte de lo laboral. “Pasamos muy lindos momentos y también difíciles, pero ahí aprendí a experimentar mucho, porque mis padres confiaban en mí y me dejaban hacer lo que yo quería”, remató.

OLIMPERO

Además, contó que entre todas sus pasiones, otra imposible de dejar atrás pese a los miles de kilómetros, es el Decano, a quien sigue todos los fines de semana, pese a la diferencia horaria.

VOLVERÁ

Añadió que su sueño de volver a nuestra tierra guaraní continúa latente, con la idea de abrir su propio restaurante acá, y reestablecerse en nuestro país con una profesión adquirida en Alemania.