SAN LORENZO. Caminando lentamente sobre la calle, saludando a los vecinos y ofreciendo sus ricos dulces caseros, ña Erostina Martínez es una vendedora antigua de la zona, quien recorre centenares de cuadras para poder llegar al final del día a su casa con un poco de platita en el bolsillo.
Con 75 años, la dulcera contaba que desde pequeña supo lo que es trabajar arduamente para ganarse el pan de cada día, ya que empezó en una granja cultivando mandioca y otros productos necesarios para la mesa del mediodía.
“Siempre trabajé acá por la capital vendiendo mi mazamorra y mis postres dulces. Me gusta luego hacer. Iba y venía de Piribebuy, mi ciudad natal, donde siempre trabaje” decía la “Abuela”, mote con el cual todos sus clientes la llaman.
Acomodándose el cabello canoso por debajo de una pañoleta de seda color marrón, como para ponerse más “chuquita” para la foto, la abuela contó que es madre de 11 hijos, quienes hoy día ya están grandes y gracias a su dulce trabajo les dio todo a todos ellos.
“Algunos viven conmigo, otros ya fueron a formar su propia familia, pero siempre están”, decía la dulcera quien actualmente vive en el barrio San José de la Ciudad Universitaria.
40 AÑOS
Es el tiempo que lleva viviendo en San Lorenzo, lugar que la “malcrió” luego de venir de su Piribebuy natal.
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