• OFICIO. Los que trabajan en los camposantos aseguran que ese viejo “oficio” continúa hasta hoy en día y es salvatóre para muchos.

Por el “módico” precio de 200 mil guaraníes la hora se puede contratar un servicio sencillo de llantos, rezos y lamentos de doñas vestidas de negro. Sí, aunque usted no lo crea, aquel “oficio” antiguo ejercido por las “lloronas” de los velorios y funerales sigue en vigencia y hasta en algunos casos salva la economía de muchas mujeres en tiempo de crisis.

Según algunas personas, esta vieja costumbre “teatral” de fingir dolor al lado del cajón de un finado, ya sea en un velatorio o en el cementerio se sigue dando hasta hoy día en ciertas ciudades. “Es normal que contraten a gente para que lloren aquí en los camposantos. Es una costumbre que sigue hasta hoy en día”, dijo don Óscar Éver, administrador del Cementerio del Sur, de Fernando de la Mora.

“Hasta donde sé, se pagan 200 mil guaraníes por pareja. Es lo que escuché”, agregó. “La idea seguramente es darle un ambiente acorde a lo que sucede. Sobre todo con gente que tiene pocos familiares o amigos. Incluso algunos se recuestan por el cajón del fallecido y lloran amargamente”, he’i.

Por su parte, don Pablo Medina, cuidador del cementerio, comentó que “esta es una vieja actividad, aquí poco y nada ya pasa, pero de que las hay las hay. Acá (en el cementerio) por ejemplo había un señor que se dedicaba exclusivamente a eso. Ya murió él. Lo que hacía era llorar amargamente cada vez que venía un fallecido”, he’i. Entre tanto, otro cuidador de nombre Carlos Alvarenga omombe’u que una vez le tocó ver cómo una señora lloraba amargamente y luego como si nada se retiró del lugar. “Fue muy simpático porque ni bien terminó todo, ella salió hasta sonriendo (risas)”, he’i.

“Llorones profesionales” fueron rajados de un velorio por pochontó

Un caso pintoresco fue lo que sucedió hace un tiempo en la ciudad de Paraguarí, donde dos “llorones profesionales” dieron la nota cuando de un estado de suma “depresión” pasaron a estar demasiado “alegres”, armando un alboroto de aquellos, lo que hizo que sean “invitados” a salir porque molestaban hasta al finado, según comentó don Ramón Cabrera.

“Ellos empezaron a tomar. Como ya estaba avanzada la noche, en una de esas la pareja ya estaba muy tomada y el esposo le dice ‘andá nomás ya porque ya no puedo llorar más, demasiado ya lloré’. Y al ver los familiares que ya no lloraban, que no era algo serio, los invitaron a que se vayan”, comentó don Cabrera.

¿De dónde vienen las lloronakuéra?

A las “lloronas” se las llaman “plañideras”. Esta palabra proviene del verbo plañir, es decir sollozar. Esta tradición se daba en los velorios donde había pocas personas. Tiene sus orígenes en el Antiguo Egipto. Ofrecían lamentos, gritos desconsolados, golpes en el pecho, echarse al piso. Depende de la paga.

100 por cabeza

Supuestamente el cobro por ir a “actuar” en un velorio sería 100 mil por persona y 200 mil por pareja.

Se da mucho

Esta “costumbre” se sigue dando hasta hoy día en ciertas ciudades, sobre todo en el interior del país.