• DAN “GANAS”. Según aseguraron a un medio argentino los compatriotas que mueven el tema, la plata que en promedio se puede ganar alcanzaría incluso los 30 millones de guaraníes

La red flamea cual bandera nacional. Dos mástiles no solo la sostienen en lo más alto sino que junto a senderos de alguna goma vieja establecen la frontera de un territorio sacro. Venerable. Ese en el que los luchadores dejan todo en la arena, literalmente, para rendirle culto. En su entorno, los patriotas que lo protegen, lo cuidan, le dan vida. De pie, antes que parados, conforman el sentir de una nación que tiene una identidad única. Capaz de conquistar a extranjeros con el simple pique de una pelota y establecer un imperio con sello guaraní.

Ese es el mundo del “piqui”, o “futvóley” como le dicen en otros lugares. El que se impuso ashá, en la Argentina, marcando un amplio dominio de los nuestros, los paraguayos. La repercusión es enorme. Día a día se acopla gente y corren las apuestas. La plata que se mueve atrae a muchos. Tanto, que hasta un especial de televisión se hizo al respecto.

El programa “Telenoche” de ashá se inmiscuyó en las venas de este deporte que coquetea con la timba. Y fue hasta sus partes más íntimas para conocerlo profundamente. “Acá se gana hasta 5 veces más que en un trabajo cualquiera” confiesa uno de ellos. “En un buen día, tranquilamente se pueden hacer 100.000 pesos” dice otro. Y 30 millones de guaraníes no es poca cosa. Los jugadores se esfuerzan. Los billetes corren. Las diosas, infaltables, desfilan y los apostadores le dan el clima que solo en esos pocos metros cuadrados se puede vivir.

AUTOS DE LUJO

Camionetas 4 x 4, autos importados de Alemania… Un parque automotor que dista mucha de la realidad que ellos viven hace que más llamen la atención.

BUEN NEGOCIO

Al margen del mundo de las apuestas, el comercio interno que se genera es tremendo. No solo con comida y bebida, sino hasta con la venta de prendas.

Ambiente “guaraní” mixturado

El escenario deja aparecer a sus protagonistas. El “acento” delata a lo lejos la raza. Si quedan dudas, camisetas de Cerro, Olimpia o Luque desfilan por sus pasillos. “Acá somos casi todos paraguayos” asegura uno. A otros, sha se le pegó el tono, viste. Pero sus ascendencias siguen intactas. Un sistema de apuestas tan simple como complejo se entrelaza con cada grito. A metros de una autopista sumamente transitada se instala este “pedacito” aparaguayizado en La Matanza (ya en la provincia de Buenos Aires pero a “pasitos” de la Capital Federal). Algunos llegan de lejos. Otros, de “ahí nomás”. Más que apellidos, apodos. Más que documentos, billetes. Más que amigos, apostadores. Y todos forman parte de un mundo que nadie sabe cuándo se formó, ni cómo, pero al que religiosamente respetan.

Messi no gana ni de casualidad

El chanterío no podía faltar. Estaba claro. “A Messi lo traes y no le gana a nadie. Le damos 10 puntos y el saque en un partido a 12 puntos” dicen sobrando. Y el nivel de juego que tienen los que entran a “pelearla” parece darles la razón. Los partidos son “a muerte”, más caliente que un clásico. Y más allá de no querer perder ni a la bolita, también están de por medio los casi 3 millones de guaraníes por cabeza que cobran los jugadores.