Mañana cálida. Un motociclista paró frente a un oratorio -ubicado en el barrio Mbocayaty, de Ñemby. Comenzó a rezar y bebió del agua de uno de los cántaros que hay en el lugar. Parecería que fue solo para saciar su sed. Pero no. Detrás de ese sorbo hay toda una tradición llena de fe.

“Es un lugar muy importante para nosotros”, dijo el joven trabajador de nombre Ariel Aquino mientras derramaba por su moto un poco del “agua bendita”, haciendo referencia al oratorio que se levantó en honor a Cecilia Cubas.

Hoy se cumplen 18 años de aquel 21 de setiembre del 2004, fecha en la que Cecilia Cubas, hija del expresidente Raúl Cubas Grau y la exsenadora Mirta Gusinky, fue secuestrada por el brazo armado del partido Patria Libre, cuyos miembros se convertirían posteriormente en el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

Alrededor de las 18:45 de aquel día, Cecilia Cubas, quien entonces tenía 31 años, retornaba a su vivienda tras una jornada laboral y a metros de su residencia en el barrio Laguna Grande de San Lorenzo, su vehículo, una camioneta Nissan Patrol, fue interceptado por otro rodado del cual descendieron varias personas que abrieron fuego contra la camioneta de Cecilia de modo de intimidarla y detener la marcha, y posteriormente fue llevada por sus captores.

El 16 de febrero del 2005, el barrio Mbocayaty, de Ñemby, fue testigo de uno de los hechos más terroríficos de nuestra historia reciente. El hallazgo del cuerpo sin vida de Cecilia enterrado en el fondo de un túnel en el interior de una vivienda que posteriormente fue “bautizada” como la “casa del terror”. Y como Ariel, son varias las personas que llegan casi todos los días al sitio, donde se levantó un oratorio, para recordar a Cecilia.

Las plaquetas, mensajes en cartulinas, papeles que cubren toda la pared del oratorio dan fe del cariño que despertó Cecilia. En el sitio avei hay una alcancía donde los devotos dejan sus ofrendas que sirven para la ayuda de todo un barrio que hoy la recuerda con mucha devoción.

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