- DESESPERACIÓN. La “princesa” que se encontraba con el “caballero” llamó rápidamente a los encargados, pero no se pudo hacer más nada por salvarlo hína
La cita se dio en un “castillo”. Él, noble como un caballero, estaba junto a su princesa un par de décadas menor, para vivir una tarde épica. Como era de esperarse, el hombre, bien armado con sentimientos firmes, buscó acoger a su amada entre las paredes de la intimidad. Sin embargo, las cosas no salieron como en un cuento de hadas.
De acuerdo a lo que rezaba el parte policial que se hizo sobre esta muerte, el ciudadano oriental, en un momento dado de la velada, que se desarrollaba poco después del almuerzo, se comenzó a sentir mal. Y no era para menos. Tanta adrenalina por esta historia que estaba escribiendo le pasó factura.
Valiente, quiso que todo saliera a la perfección. Pero en un momento dado, y ya con paños menores, el corazón dijo “basta”, asumiendo el papel protagónico que siempre le toca al malvado y perverso. Esta vez triunfó sobre los buenos.
El hombre se desvaneció en el suelo y su acompañante al verse en semejante situación, alertó de lo que estaba pasando a los encargados del local. Nada se pudo hacer por evitar la muerte súbita. La suerte del hombre estaba echada.
Ahí nomás se llamó al 911, quienes un ratito después ya estaban en el motel “El Castillo” para tomar la participación correspondiente al caso. Una vez recabados todos los datos, se hicieron presentes los de Criminalística y de la Fiscalía para el levantamiento del cadáver.
Tanto el “caballero”, de unos 49 años, como su “princesa”, una concepcionera de 29, residían en el barrio San Pablo de la capital, de acuerdo a los datos que brindaron los uniformados.
MUY QUERIDO
El oriental era propietario de una despensa. Sus clientes, al enterarse de lo que pasó, empezaron a dejar sus condolencias en el Facebook.
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