Roger Federer ya es el hombre más laureado de la historia de Wimbledon. Ha conquistado su octavo título, rompiendo el equilibrio a siete con el estadounidense Pete Sampras y el británico William Renshaw. A sus 35 años y 342 días de edad se convierte en el campeón más veterano de la era profesional en el All England Club, donde prolonga su excepcional temporada para llegar a su decimonovena corona de Grand Slam, cuatro más que Rafa Nadal. Impresionante desde donde se lo mire.
En esta edición, ni siquiera perdió un solo set, lo que muestra a las claras su tremendo dominio.
Ayer, aparte de dar cátedra nuevamente, triunfó por la vía rápida, 6-3, 6-1 y 6-4 en 1h 41’, ante el croata Marin Cilic, que tuvo que pedir asistencia médica en dos oportunidades.
Open de Australia, Indian Wells, Miami, descanso en la tierra batida, Halle y Wimbledon, quinto título de la temporada para “su majestad”, que ascenderá al puesto 3 del ranking de ATP. No por nada se emocionó hasta llorar, tras una nueva consagración.
Además de los diecinueve títulos en individuales, es el jugador que más finales (29) y semifinales (42) ha disputado en torneos de Grand Slam: ganó el Abierto de Australia en cinco ediciones (2004, 2006, 2007, 2010 y 2017), Obtuvo el título del Torneo de Roland Garros en una oportunidad (2009). Logró el campeonato de Wimbledon en ocho ocasiones (2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2009 y 2012, 2017, Récord absoluto). En cinco veces venció en el Abierto de Estados Unidos (2004, 2005, 2006, 2007 y 2008, récord compartido en la era abierta).
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