¿DÓNDE ESTÁ? El muñeco está conservado en el Museo Fort East Martello en Key West, Florida, Estados Unidos.

La película “El Muñeco Diabólico”, donde un niño tiene un muñeco con un espíritu maligno dentro, está basada en una historia real. “Chucky”, en realidad, es Robert the Doll. Se trata de un muñeco de tamaño real que pertenecía al niño Gene Otto. La leyenda cuenta que un sirviente se enojó con la familia y puso un hechizo sobre el muñeco. El niño comenzó a hablar con él y para sorpresa de todos, recibía respuesta, pero pocos creyeron en lo que Gene contaba sobre que el muñeco movía objetos. Luego de su muerte, Robert pasó de mano en mano hasta ir a parar después en un museo de Florida donde, según cuentan, pasan cosas extrañas.

La leyenda dice que el muñeco está encantado y causa desgracias a quienes la rodean, como accidentes automovilísticos, fracturas de huesos, pérdida de empleo o divorcios, entre otros, según Gizmodo.

Robert the Doll ya tiene 117 años. Antes de llegar al museo era propiedad de Robert Eugene Otto, un artista considerado raro y miembro de una familia importante de Key West. Robert fue un regalo de cumpleaños de la infancia del abuelo de Otto, quien compró el muñeco durante un viaje a Alemania. Este artista estaba obsesionado con Robert the Doll. “Lo traía a todas partes, hablaba de ello en primera persona como si no fuera un muñeco, era Robert. Como si él es una entidad viva”, dicen en el museo.

El museo investigó los orígenes de Robert y dio con Steiff Company, el mismo fabricante de juguetes que hizo por primera vez un oso de peluche en honor a Theodore Roosevelt, publica el sitio “20 Minutos”. Según los expertos, Robert no era un muñeco para venderse como juguete y probablemente era parte de un conjunto fabricado para una tienda de payasos.

Según Atlas Obscura, “el joven Otto comenzó a culpar a Robert de los percances. Más tarde, los adultos también comenzaron a notar sucesos extraños, especialmente a medida que Otto y Robert crecían. De adulto, Otto vivió en una casa señorial que llamó ‘La casa del artista’, donde se podía ver a Robert colocado en la ventana del piso de arriba. Los escolares juraron que él aparecería y volvería a aparecer, y evitaron la casa. Myrtle Reuter compró Artist House después de la muerte de Otto en 1974 y también se convirtió en la nueva cuidadora de Robert. Los visitantes juraron que escucharon pasos en el ático y risitas. Algunos afirmaron que la expresión de Robert cambiaba cuando alguien hablaba mal de Otto en su presencia. Rueter dijo que Robert se movería por la casa solo, y después de veinte años de payasadas, ella lo donó al museo”.