El volante Diego Velázquez charló con nuestro diario sobre las dificultades que tuvo que sortear para poder chutar. Enterate de otros detalles de su vida.

• Por Juan V. Duarte

Pocos son los futbolistas que no pasaron necesidades o no tuvieron inconvenientes para llegar a Primera División. Y el caso de Diego Velázquez (25 años) no es la excepción. El actual volante tapón de Santaní nos habló de eso y otros detalles de su vida en charla con Crónica.

– ¿Qué fue lo que más te costó para llegar a ser considerado un futbolista profesional?

– Cuando estuve en las escuela de fútbol de Cerro no tenía problemas, pero ya no pude quedarme en esa época para la Sub 15 porque tenía un desarrollo físico pequeño, pila’i era. No aguantaba más de 20 minutos y perdía en todas las pelotas divididas.

– ¿Llegaste a pensar en dejar el fútbol?

– La verdad que sí, era chico, incluso le dije a mi papá que iba a estudiar ya nomás, pero él me tranquilizó y me llevó a Rubio Ñu. Ahí estuve haciendo un trabajo especial en el gimnasio, aparte de entrenar doble turno.

– Y tuviste tu oportunidad…

– Sí, cuando asumió Miguel Pavani como interino me hizo debutar en el 2015, contra Nacional. Pero fue Mario Jara el que me dio la confianza en el 2016, donde comencé a despegar.

– ¿Tenés algún referente?

– Tuve la dicha de jugar al lado de Roberto “Toro” Acuña. Un futbolista impresionante como profesional y como persona.

¡CRECIÓ 20 CM! Aparte de laburar duro en lo físico, Diego tuvo que aplicarse un medicamento especial y eso le ayudó a crecer unos 20 cm más. Ahora mide 1,81.

Una lesión que le dejó enseñanzas

Diego se lesionó el año pasado de los ligamentos cruzados de la rodilla. “Fue uno de los momentos más duros. Estuve prácticamente un año sin jugar y cuando me recuperé, solo cobraba mi sueldo. Gracias a Dios volví más fuerte y este año debuté a nivel internacional con Independiente, en la Copa Sudamericana.

Si tengo que agradecer a alguien es al fisioterapeuta César Inostroza, que hizo un trabajo impecable conmigo”, refirió.

Su papá, su motor, y una visita regular a su mamá en rapailandia

Aunque Diego ahora reside en Santaní porque mombyry para ir y venir constantemente, siempre vivió con su papá.

“Él es mi motor, el tipo que siempre me ayudó a superar todo. Gracias a eso no tuve necesidad de trabajar en otra cosa. Hubo veces en que estuvo duro el cable como se dice, pero él siempre batalló para que no me falté nada. A mi mamá la extraño, porque vive en Brasil, pero siempre nos visitamos regularmente”, he’i.

¡Marche un strogonof hecho con sus cuatro compañeros!

Diego “para” en un hotel de Santaní junto con cuatro de sus compañeros (Joaquín Viera, Richard Martínez, Adrián Romero e Inocencio Velázquez). Ahí se las ingenian para preparar sus comidas diarias. “El que mejor cocina es Richard Martínez. El strogonof de pollo es el menú habitual. Todos hacemos algo, a veces me toca preparar la ensalada, otro el jugo, otro lava los platos… hacemos la compra del supermercado y luego nos dividimos entre todos, la verdad no me puedo quejar, la pasamos muy bien”, aseguró.

En un “grande”, y los tatuajes “simbólicos”

El sueño de Velázquez es jugar en uno de los grandes de nuestro fútbol (Cerro u Olimpia). “Después me gustaría ir al fútbol argentino que es espectacular y aparte que de ahí se puede dar el salto a otros clubes más importantes”, le bajó.

Comentó avei que le gustan los tatuajes. “Tengo el nombre de mis padres, el apodo de mi hermano y un ancla que es símbolo de estabilidad, además de la frase que dice “sobre tus alas yo despego mi vuelo” que es dedicada a mi papá.