• SACRIFICADO. El delantero va sumando minutos importantes en el esquema de “Chito” Ayala. Conozca más a fondo la historia del mitã’i

POR JORGE IZQUIERDO

La reglamentación de tener en cancha a un categoría Sub 19 va demostrando ser una buena oportunidad para algunos juveniles que sueñan desde pequeños llegar a jugar en la Primera de sus clubes. En este caso, el que lo está aprovechando es el pelotero Rodrigo Romero, que milita en Independiente (CG).

El juvenil de 17 años viene siendo titular y ganándose minutos importantes en el equipo de Celso “Chito” Ayala. Rodrigo proviene de una familia humilde y trabajadora. El delantero quiere salir adelante y gracias al fútbol poder ayudar a su familia.

El pelotero oriundo de Itauguá charló en exclusiva con Crónica sobre el momento que está viviendo, sus sueños y lo duro que le tocó vivir en la vida para poder llegar a la Primera del “Inde”.

– Rodrigo, ¿cómo te sentís jugando en la Primera División a tu corta edad?

– Estoy muy contento, les doy gracias a Dios y a mi familia, que siempre me apoyó. Trato de aprovechar la oportunidad que me está dando el DT.

– Codearse con grandes jugadores es un sueño de muchos pibes. Vos ya estás ahí. ¿Cómo asimilás eso?

– Para mí es un sueño cumplido. Desde chico soñaba con ser futbolista y ahora tengo la oportunidad gracias a Independiente.

– ¿Te tocó pasar muchas cosas difíciles para llegar a la Primera?

– La verdad que sí, siempre me sacrifiqué mucho para ir a las prácticas. Mi familia me ayudó mucho en ese sentido, confiaron en mí. Ahora quiero retribuirles con mi trabajo todo lo que hicieron por mí.

– ¿Cómo fabricás para tu pasaje a las prácticas?

– Mi mamá tiene una despensa en Itauguá, mi padre es zapatero, fabrica los calzados. Siempre que podía le ayudaba y salía a vender con él zapatos en la zona del Mercado 4, hakuve jave (cuando hacía más calor) recorríamos para vender.

La lesión: un duro momento en su vida

Rodrigo se golpeó la columna el año pasado en un partido de Independiente en las divisiones menores. “El año pasado me golpeé en un partido contra Iteño. Al principio creí que era un golpe nomás, pero a las dos semanas ya aumentaba más el dolor y ya no podía entrenar. Se me hundió un hueso de mi columna. Estuve tres meses sin jugar”, tiró.