El tenista suizo Roger Federer hace menos de una semana que colgó la raqueta. Dejó el tenis siendo uno de los mejores de la historia en este deporte. Ganó más de 100 títulos, 20 de ellos en torneos de Grand Slam, facturó millones de dólares y se ganó el cariño de gran parte del planeta.

Pero a lo largo de los últimos 20 años (en total jugó 24 años al tenis) no solo disputó partidos en diversas partes del mundo, también ayudó… y mucho.

El hombre nacido en la ciudad de Basilea tiene una fundación que lleva su nombre y a través de ella, en los últimos 20 años ayudó a más de dos millones de niños en varios países de África, donando alimentos, ropas, materiales escolares y aportando más de 12 millones de euros para la construcción de escuelas.

Su vínculo con ese continente no es por simple simpatía, es un vínculo de sangre; ya que su mamá nació en Sudáfrica.

“Mi mamá es de Sudáfrica y vi la pobreza al ir de vacaciones a ver a mi familia. Hemos tratado de ayudar a los niños a través de nuestra Fundación, que hizo un buen trabajo”, dijo en una ocasión Federer al ser consultado cómo se vinculó con el continente africano.

No hay dudas que Roger es un grande del deporte y un gran ser humano, lo demostró dentro y fuera de las canchas. Se retiró, pero deja un legado difícil de borrar.

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