Noche de Copa, noche sufrida. Olimpia, viejo y peludo en citas continentales, sacó a relucir chapa de grande y pasó a la tercera fase de la Libertadores.

El Decano atropelló de entrada con más empuje que otra cosa, pero era lo necesario. El Defensores sintió la primera vibración con el gol de Julián Benítez, quien lanzó el balón en busca de alguna cabeza y que finalmente se metió al fondo del arco ecuatoriano ante la lenta reacción de Bone.

Era el tanto de la tranquilidad. Pero la hinchada, que también hacía su partido a todo pulmón, pedía algo más. Y ese pedido se cumplió minutos después.

Jugada de Pablo Mouche con Julián, que Brian Montenegro lo corona con una gran definición. 2-0 y fiesta total, hasta que llegó la pifiada de Librado Azcona.

Un tiro libre de Cortéz, que parecía controlable, se metió al fondo del arco franjeado y era el empate de Independiente del Valle.

El panorama era desalentador en el segundo tiempo. El Decano no encontraba rumbo futbolístico y el tiempo ya apremiaba. Pero Repetto miró su banco y llamó a Roque Santa Cruz, alma y corazón de Olimpia, quien fue el salvador de la serie. Un centro perfecto de Wálter Bogado, para que Roque aplique un cabezazo a su estilo para sellar el tercero a pocos minutos del final.

Gracias al “hijo mimado”, el Decano sigue con vida en la Copa Libertadores, en otra noche que quedará en la retina de los hinchas franjeados.