Amado y muchas veces odiado. Aplaudido y criticado por los olimpistas, pero nunca ignorado. Así es la historia de Alejandro Silva en Olimpia. El charrúa, vicecampeón de América con el Decano en el 2013, se fue un par de veces de la entidad de Para Uno y luego volvió; y ayer contra Nacional jugó su partido número 250 con la casaca franjeada.
Más allá de haber caído (por penales) en la final de la Copa ante Atlético Mineiro de Brasil, no hay un solo olimpista que no recuerde aquel gol suyo en el juego de ida, en un estadio Defensores del Chaco repleto. Ese y otros goles quedarán por siempre en la memoria colectiva del hincha Decano, acostumbrado a ver a grandes peloteros uruguayos con la casaca de la entidad fundada en 1902.
En esos 250 partidos marcó 65 goles y dio 58 asistencia. Algunos creen que su ciclo en la “O” ya terminó, pero el gran gol que le hizo a La Academia en la noche del miércoles demuestra que si está enchufado, aún le puede dar mucho al club.
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