En su carrera futbolística, Alfredo Mazzacote tuvo que amoldarse a toda clase de desafíos, y en esta nota a Crónica cuenta cuáles fueron.

• Por Will Larroza

De tono amigable y muy elocuente, Alfredo Mazacotte nos contó acerca de algunas de las anécdotas que pasó por los equipos por donde estuvo, empezando por la actualidad con el Sportivo Ameliano, con el que se coronó campeón de la Primera B y, por primera vez en su historia, ascendió a la División Intermedia del fútbol paraguayo.

“Te digo, ese último partido fue una locura, con que te cuente que los tres equipos que aspirábamos ascender (Tacuary, 29 de Setiembre y Ameliano) terminamos con 67 puntos y, gracias a Dios, nosotros teníamos mejor diferencia de gol y eso nos dio el pase a la Intermedia”, comenzó relatando.

“En la última fecha teníamos que jugar contra el 3 de Febrero de Ricardo Brugada y tocó jugar en la famosa Chacarita, donde de entrada luego ya los hinchas del barrio nos amenazaron todo, ‘roikutúta ha rojepikáta hína, si joden’, nos decían. Yo ya fui a jugar varias veces en la Chacarita, pero eso no te hace inmune a las amenazas”, contó.

“De entrada luego ya se nos expulsa a un jugador, y ahí luego se nos viene la tarde negra, porque estábamos escuchando que Tacuary también estaba haciendo su parte para ascender, lo que nos obligaba a ganar sí o sí. Lo que sí, logramos convertir el gol, pero después nos dimos cuenta de que ¡estábamos puros delanteros en la cancha!, y eso nos torturaba porque no somos marcadores”, continuó relatando entre risas.

“Cuando ¡por fin! el árbitro se dignó en terminar el partido, nosotros no podíamos con tanta alegría, ¡conseguimos algo histórico!”, destacó.

En Tacuary tuvo que aprender a jugar “a lo Tacuary”

Todo el mundo recuerda el juego “cerrado” que tenía Tacuary durante su estadía en Primera División. Obviamente, “Maza” recordó esa etapa de su carrera.

“En Primera debuté ahí, y yo jugaba de enganche, pero tuve que aprender a marcar, porque me iba a ser imposible competir contra Raúl Román, Adalberto Ocampos y Carlos Leite, porque el esquema era ultradefensivo tipo 5-4-1 y, como dice el dicho, ‘si no puedes contra ellos, úneteles’, y así quedé como volante por derecha”, recuerda entre risas.

Sobre su paso en el equipo de Francisco Ocampo de esa época, Alfredo también destacó, “todo el mundo le odiaba a Francisco por como manejaba el equipo, pero la verdad también hay que decir que él permitió que varios juveniles puedan ir a Europa, como Ronald Huth en Liverpool y Luis Páez en el Sporting Lisboa”.

Finalmente, en torno a varias polémicas que en su momento se desataron con los temas de los “contratos milagrosos”, recordó que “muchas veces le quería hacer firmar a los perros para que ellos alarguen su contrato. Algunos lo hicieron, porque lo único que querían hacer era jugar”.

“Ancho” hacía ra’e su “dieta” a escondidas

Otro aspecto que Alfredo recordó de su tiempo en Tacuary también fue a sus compañeros Cristian “Ballena” Fatecha y Emilio “Ancho” Ibarra. Sobre este último, recordó que tenía su propia “dieta”.

“¡Es cierto! Una vez trataron de forzarle a hacer una dieta estricta y no aguantó ¡ni cuatro días! Él le pedía a los niños de cerca de la cancha para que metan gaseosa, tortillas y empanadas de ‘contrabando’ para que él pueda rendir”, contó entre risas.

EXTERIOR. En el exterior, Alfredo llegó a jugar en el Ayacucho FC en el 2015 y en Cienciano 2017, ambos en Perú.

CONTRATO. Aunque ahora mismo está vinculado al Ameliano, “Maza” está a la espera de una llamada de Perú o Bolivia.

“Maza” y su pasión por el “piquiboli”

Alfredo también habló sobre el “piquiboli”. “Solemos jugar cada vez que se puede. Antes lo hacía con más frecuencia, porque cuando tenés menos de 30 pues vos te recuperás luego al toque y le metés nomás de seguido y no te duele nada, pero ahora ya medio hendy ja ja ja”, comentó. “El nivel del piqui entre loperro es muy profesional, están los que se dedican luego a eso, pero están también los ‘letrados’, con esos hay que atender”, comentó.

La presión en Luqueño realmente se sentía fuerte

Una etapa que también marcó a Mazacotte fue su etapa en el Sportivo Luqueño, y dijo que realmente es un equipo en el que se siente la presión. “En Luqueño realmente uno siente mucho la presión, así como también se siente en Cerro y Olimpia, con la diferencia que la gente de la ciudad se involucra más con el equipo”, le bajó.

“En esa época no estábamos bien y ¿qué pasaba? Varias veces entraban cuatro o cinco barras y nos amenazaban con clavarnos o a dispararnos”, comentó. “Todos sabían los movimientos del club, y es por eso que ellos podían entrar y salir cuando querían. Además de eso, eso como que la gente se acercaba más fácilmente, por eso la presión era mayor”, finalizó.